martes, 4 de junio de 2013

La peor de las torturas que nos infligieron fue la de ver cómo los verdugos torturaban a nuestros padres ante nuestros ojos.

 
Nuestra tragedia empezó el 1 de marzo del 1976, cuando fue secuestrado mi padre,SALEK ABDESSAMED, por un grupo de la Gendarmería Real marroquí en la región de Tarfaya, lugar en el que se encontraba nuestra casa. Las semanas siguientes fueron de total desesperación y miedo, sin conocer el paradero de nuestro padre, un cheij, notable saharaui y un hombre muy respetado y conocido en todo el territorio.
A las dos semanas del secuestro de mi padre, otro grupo compuesto por policía judicial marroquí y DST (Dirección de la Seguridad Territorial), irrumpieron de nuevo en mi casa y nos apresaron a mi hermana FATMA y a mí junto con mi madre, BATUL SIDI.
 Debido a las torturas, la poca higiene y la escasa alimentación, un poco de sémola de trigo o algunos garbanzos flotando en agua y en platos oxidados, muchos de nosotros comenzamos a sufrir enfermedades graves. No teníamos mantas, ni ropa, sin asistencia médica y no nos dejaban ir al baño. Nos mantenían bajo llave en celdas oscuras sin luz eléctrica.
Mi madre, BATUL SIDI, no pudo resistir más y murió el día 17 de junio de 1977 a consecuencia de las torturas sufridas y las duras condiciones del encarcelamiento, sin recibir auxilio alguno, ni tratamiento. Dejaron su cuerpo toda la noche en la misma celda que nosotras. El mismo destino lo conocieron otros 27 presos saharauis más, que murieron y fueron enterrados en fosas comunes desconocidas.
Mi padre, SALEK ABDESSAMED, murió el día 27 de mayo de 1983, debido a las torturas y las enfermedades. Unas horas antes de su muerte, nos dijeron que si queríamos verlo no podíamos ni llorar, ni gritar, accedimos con tal de poder verle de nuevo, así que lo trasladaron entre dos soldados en una manta y permanecimos con él diez minutos. Ese mismo día murió. A lo largo de los diez años y medio que permanecimos en esa cárcel, la de Kalaat Mguna, murieron otros 14 presos saharauis, incluido mi padre.

 
 
 

jueves, 30 de mayo de 2013

TESTIMONIO DE FATMA Y MAMIA SALEK

                                                           FATMA Y MAMIA SALEK
25™ Conferencia de coordinación del apoyo al pueblo saharaui
TESTIMONIO ORAL DE LAS HERMANAS FATMA Y MAMIA SALEK ABDESSAMED
Estamos hoy aquí ante ustedes conmovidas y esperanzadas, con la certeza de que nuestro sufrimiento no ha sido en vano, pero sí un padecimiento desmedido, devastador e inútil. Porque todo podría haber sido de otra forma. El destino de los seres humanos, pertenezcan a donde pertenezcan, debería ser la conquista de una plenitud que finalmente convierte la madurez en algo dichoso.Como todos sabemos eso está recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Pero no se cumplen. Por eso estamos hoy aquí.
Ya no estamos en la edad de la inocencia. El tiempo brutal de vida que nos han arrebatado ha caído sobre nosotras, robándonos nuestra aún no experimentada juventud. Ahora con 42 y 38 años, casi 16 años de cárcel después, seguimos erguidas por el aliento de la dignidad, la solidaridad y el convencimiento de la justicia de nuestra causa.
Aquí y ahora queremos dar testimonio a través de nuestro caso, que es el de miles de saharauis, víctimas de genocidio en las zonas ocupadas.
Fuimos secuestradas en 1976 con nuestros padres, Salek y Batul y conducidas primero a la cárcel de Agdes y luego a la de Calat Maguna, en Marruecos, hasta el año 1991.
Estas cárceles-fortificaciones pertenecen a la historia aún no escrita, por inimaginable, de la infamia y la ignominia de todas las cárceles del mundo.
Torturas sistemáticas, violaciones, incomunicación, oscuridad, enfermedad y convivencia con los muertos, son algunas de las situaciones del horror que hemos padecido y que han padecido cientos de saharauis en este interminable cautiverio.
Batul, nuestra madre, murió en la cárcel de Agdes el 17 de junio de 1977.
Salek, nuestro padre, murió en la cárcel de Calat Maguna el 25 de mayo de 1983.
A estos muertos, todos los muertos, nuestros muertos, se les rompe la columna vertebral para cerciorarse de su muerte y para que quepan en las tumbas colectivas. Nuestros honrosos muertos, ni siquiera constan en algún registro. Están desaparecidos, como si nunca hubieran nacido.
A mí, Mamía, me esposaron los pies después de una operación de vesícula, custodiada por supuestos enfermeros que eran guardianes, por si emprendía la huida. Pero eso son detalles casi anecdóticos del tamaño de nuestro sufrimiento como pueblo.
En un mismo instante de la historia universal se dá la coexistencia atroz e indigerible de espacios de vida extremadamente opuestos. Esto es de todos conocido y esto es execrable e intolerable. A veinte minutos de aquí mismo.
Gracias a la presión de la solidaridad internacional, de Amnistía Internacional y de las ONGs, que pudieron acceder a la información de estos hechos a través del FRENTE POLISARIO, fuimos supuestamente liberadas en el año 91.
Otra cárcel más amplia y cruel nos esperaba en El Aaiún. Cercadas, acosadas, intimidadas, interrogadas y perseguidas sistemáticamente por las autoridades, la policía y agentes de la DST ( Departamento de Defensa de los Territorios ). Hemos luchado por nuestros derechos, junto con la población saharaui, en un territorio de alambradas, cercas, muros y minas antipersonas.
Esta otra forma de cautiverio, se amplifica porque estamos viviendo en estos momentos cómo la Administración marroquí en el territorio, obstaculiza el proceso de identificación, como estrategia calculada para diluir el cuerpo electoral saharaui en el cuerpo de colonos marroquí.
La situación reiterada de intransigencia, brutalidad y represión a la población saharaui, ha propiciado respuestas masivas de protestas en las calles del Aaiún, Smara, Tan-Tan, Assa. Decenas de estos manifestantes saharauis son torturados ahora mismo en las cárceles. Los ciudadanos están cercados por el ejército, la gendarmería, la gardmóvil y la policía marroquí.
Como consecuencia de ello, nosotras y nuestros tres sobrinos hemos tenido que huir en pateras, cruzando un mar desconocido, hasta las costas de Canarias, dejando atrás al resto de la familia en estas duras condiciones.
En este espacio de la solidaridad, la 25™ Conferencia Europea de Coordinación del Apoyo al Pueblo Saharaui, queremos denunciar y condenar toda esta barbarie. Queremos pedir a los medios de comunicación, a los Gobiernos, las ONGs, las sociedades civiles e instituciones del mundo, una postura contundente y urgente de denuncia, de acciones diligentes a favor de los derechos humanos, de nuestros desaparecidos, nuestros presos, nuestro pueblo cercado e ilegítimamente ocupado, en las zonas usurpadas por Marruecos.
Viva el Sáhara libre y soberano!
Las Palmas, 6 / 11 / 1999
Fatma y Mamía Salek Abdessamed